La tiña en gatos es una de las enfermedades dermatológicas más comunes. Esta patología cutánea es altamente contagiosa, siendo considerada además enfermedad zoonótica (es decir, se transmite a los seres humanos). Será importante un diagnóstico precoz y tratamiento veterinario para que el felino pueda combatir la enfermedad y se evite el contagio a otros animales.
Es una enfermedad fúngica causada por un hongo que va a crecer en las capas superficiales de la piel, en el pelo y en las uñas.
En el 90% de los casos, el hongo que provoca esta afección es una de las especies de dermatofitos llamada Microsporum canis. Este hongo parasita al gato y se alimenta de la queratina que se encuentra alrededor del pelo.
Mediante la producción de esporas, el hongo se propaga tanto por el medioambiente a otros animales, por lo que estos se pueden contagiar fácilmente al interactuar con individuos que ya están enfermos y también al entrar en contacto con objetos con los que haya interactuado un animal afectado.
Los motivos de la aparición de la tiña son diversos, aunque muchos de ellos tienen relación con la falta de higiene y la pobre nutrición del animal. Entre los factores que predisponen a padecer la tiña o dermatofitosis en gatos se encuentran:
La tiña es más común en felinos jóvenes, de menos de un año, posiblemente debido a un sistema inmune aún poco desarrollado. También en más frecuente en gatos de pelo largo, ya que en ellos el acicalamiento es menos eficiente y permanecen más cantidad de esporas en la piel.
Este proceso patológico será más o menos grave dependiendo del tiempo que lleve actuando la enfermedad y de las condiciones de salud previas del gato.
Los signos son muy variables y, mientras que unos gatos afectados mostrarán lesiones cutáneas severas, otros tendrán lesiones más pequeñas. La aparición de la tiña y sus síntomas suele empezar a hacerse evidente entre las dos y las cuatro semanas posteriores a la infección.
Una de las señales más llamativas de que un felino tiene dermatofitosis será la caída del pelaje en diferentes partes de su cuerpo. Aparecerán lesiones circulares, afectando sobre todo a cabeza, orejas y patas.
Además de la alopecia, otros síntomas de la tiña son:
La forma más común de propagación de la infección es a través del contacto directo con la piel o el pelo del gato infectado. La tiña también se puede propagar por el contacto indirecto con objetos contaminados, como cepillos, peines, ropa de cama o rascadores para gatos. Es importante tener en cuenta que los gatos pueden portar el hongo de la tiña en su piel o pelo sin mostrar signos de la enfermedad, por lo que es posible que una persona se infecte sin saberlo.
Para prevenir la propagación de la tiña, se recomienda lavarse las manos después de manipular gatos, especialmente aquellos que están infectados o que han estado en contacto con otros animales infectados. También es importante limpiar regularmente los objetos que el gato usa, como el cepillo y el rascador, y evitar el contacto directo con animales callejeros o desconocidos que puedan estar infectados. Si sospechas que tu gato tiene tiña, es importante llevarlo al veterinario cuanto antes para recibir tratamiento y evitar la propagación de la infección.
Será importante acudir al veterinario lo antes posible debido a la rápida propagación de esta enfermedad y al fácil contagio entre animales e incluso a las personas.
No será posible el diagnóstico solo con la inspección clínica, ya que puede haber confusión con otras enfermedades cutáneas felinas y porque las lesiones pueden ser muy variables, incluso pudiendo no ser visibles.
El veterinario llevará a cabo diversas pruebas para asegurarse de que se trata de esta enfermedad y de que, además, no existe otro proceso sistémico que esté debilitando el sistema inmunitario del gato (como la leucemia o la inmunodeficiencia felina).
Se le realizarán pruebas como:
Si el resultado de estos exámenes arroja que el gato está, en efecto, infectado con tiña y en la casa en la que habita el felino residen más animales, todos ellos deberán también ser examinados, incluso si no presentan ningún síntoma. En la mayoría de los casos, todos los animales estarán afectados y requerirán tratamiento, para evitar un ciclo de contagio permanente entre ellos.
El tratamiento dura varias semanas y es importante llevarlo a cabo hasta el final, para garantizar el proceso de curación y la erradicación del patógeno. En general, consta de varios pasos, siendo todos ellos importantes:
El tratamiento deberá ser seguido hasta que el animal se haya recuperado clínicamente y el cultivo sea negativo. Si se paraliza el tratamiento demasiado pronto, la tiña puede volver a aparecer pasado un tiempo ya que nunca se eliminó completamente. El seguro médico para gatos puede ayudarle a pagar estos tratamientos.
Ya que la más importante fuente de infección son los gatos que llegan nuevos a los hogares, si se realiza la adopción de un gato (tanto de la calle como de un criadero), sería aconsejable testarlo y aislarlo hasta que se confirme que el cultivo fúngico es negativo.
También hay que tener en cuenta que cualquier situación en la que hay proximidad con otros gatos conlleva riesgo de infección incluso cuando no hay contacto entre ellos (por ejemplo, en exposiciones felinas) o si se trata de un gato que tiene acceso al exterior y se relaciona con otros congéneres.
En estos casos, como modo de prevención, se pueden realizar baños y rociados con un producto antifúngico para evitar que las esporas que puedan estar presentes inicien una infección.
¿Quieres saber sobre otras enfermedades en gatos? Echa un vistazo a este artículo sobre toxoplasmosis. Para enfermedades en perros, puedes leer este artículo sobre la leishmaniosis.
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